¿Por
qué se debe permitir o no el papel de Los Indignados en el desarrollo político
y social de Honduras?
Por Andreha Romero
UNA
VISION AL ORIGEN DE LOS INDIGNADOS
Tras el escándalo de corrupción
suscitado con el desfalco del Instituto Hondureño de Seguro Social (que originó
la muerte de aproximadamente tres mil personas), un grupo de jóvenes ha logrado
movilizar a miles de personas en lo que se ha denominado "la marcha de las
antorchas" o “marcha de los indignados”.
Este movimiento es una protesta en
contra de los actos de corrupción cometidas por militantes del partido político
de gobierno, por lo que la mayoría de “Los Indignados” pertenecen a los
partidos de oposición, quienes cada viernes se dan cita para marchar por las
calles y avenidas de las principales ciudades del país, para exigir la renuncia
del actual presidente Hondureño y la instalación en Honduras de una Comisión
Internacional Contra la Impunidad (como la instalada en el país hermano de
Guatemala)
En lo particular, no he tenido la oportunidad
de acompañar ninguna de estas marchas de protesta, no porque no sienta
indignación, no porque no me duela
pensar en las personas que fallecieron por falta de atención médica sino porque
considero que no todas las personas que acompañan este movimiento lo hacen
motivados por la “indignación” sino aprovechando la coyuntura para
desestabilizar a un gobierno/partido al que no pertenecen.
En mi ciudad de origen, también se han
realizado varias marchas de las antorchas en apoyo a las realizadas en Tegucigalpa,
y algunas de las personas que participan en estas protestas dejan mucho que
desear si hablamos de honestidad o como dicen “no tienen cara para protestar
por la corrupción”, pues han desempeñado cargos dentro de la estructura de sus
gobiernos en los que no han demostrado
mucha transparencia que digamos.
Quizás esto es algo que me frene de
participar en las protestas, pero no por esto dejó de reconocer la importancia
de las mismas y el valor de las personas que se movilizan, que gritan, que
reclaman de corazón.
El problema en nuestro país, es la
política. O quienes representan la
política partidaria. Muchos políticos hondureños solo buscan la oportunidad
para “jalar” agua para su molino, y el caso de “las antorchas” y “los
indignados” no es la excepción, así lo aseguró en los medios (Diario La
Tribuna) uno de los muchachos que comenzaron este movimiento:
“Ariel Varela, quien junto a
Miguel Membreño comenzaron la huelga de hambre, señaló directamente a Rafael
Alegría y Juan Barahona como los artífices de la estrategia política para
dividir la multitudinaria movilización.
“Ayer hicieron un comunicado
informando que ahora ellos iban a convocar las movilizaciones de Las Antorchas,
esto lo lamentamos”, dijo el joven… Agregó que el grupo denominado ¨Los Indignados¨
no fue organizado para que un grupo político se aprovechara, sino para
fortalecer la lucha contra la corrupción y la impunidad.
Considero que situaciones como ésta, son
las que eventualmente podrían debilitar el movimiento y hacer que la protesta
pierda su norte.
En varias ocasiones he discutido con
amigos, sobre el origen de los indignados y debo reconocer que Si creo que
muchos de los que asisten a las marchas, en realidad se sienten indignados con
tanta corrupción y descaro, pero también reconozco que en la gran mayoría
impera una necesidad política de oposición y esto me lleva a preguntarme y
preguntarles:
Si fuese otro el partido de
gobierno y el involucrado en los actos de corrupción, serían los mismos
indignados?
Serían las mismas personas las que
asistirían a las marchas?
La respuesta a estas dos preguntas, para
mí es obvia: NO.
Se que hay personas que si lo harían, y
son aquellas que se vieron afectadas directa o indirectamente por el desfalco
al IHSS, personas que perdieron un familiar por falta de atención médica, ellos
sí, porque son los verdaderos indignados, pero los que andan motivados por ser
de la oposición, no lo harían.
Así mismo, estoy a favor de las marchas
pacíficas, pero nunca he avalado el vandalismo como medio de protesta y
desafortunadamente, hay muchos militantes dentro del partido Libre que hacen uso de este recurso en sus
manifestaciones ya sea manchando paredes, quemando llantas, buses y hasta
establecimientos públicos, aventando pedradas, quebrando vidrios de edificios,
etc.; en lo personal considero una bajeza este tipo de acciones.
Referente a esto, El Heraldo en su
edición del Lunes 13 de Julio publicó:
“El
Comisionado Nacional de Derechos Humanos (Conadeh) condenó este sábado los
actos de violencia suscitados en la marcha del viernes protagonizada por el
movimiento Indignados Honduras y miembros de la oposición, y reiteró el llamado
al diálogo. Durante la marcha de ayer, las instalaciones de Conadeh fueron
atacadas por personas desconocidas que se cubrían el rostro, lanzaron piedras y
destruyeron los ventanales de vidrio, además pusieron en riesgo la vida de las
personas que se encontraban en el interior. Pese a que las marchas se han
caracterizado por ser pasivas, en esta ocasión algunos de sus participantes
también lanzaron piedras contra el edificio de Torre Libertad, donde funciona
Ten canal 10, quebrando algunos vidrios y ocasionando daños al inmueble.
Rodrigo Wong Arévalo, propietario del medio, calificó el acto como vandalismo.”
Considero que la posición del Presidente
de no sentarse a dialogar con los indignados, es una de las circunstancias que
provocan que las protestas se degeneren en caos, pues a pesar de que el Sr.
Presidente promueve el diálogo, este no se ha dado con los organizadores de este
movimiento, al contrario, parece ser un diálogo unilateral, o como muchos
dicen: “Un Monólogo”
Para el analista Raúl Pineda Alvarado,
las protestas continuarán porque la población quiere un cambio. “La clase
política tiene que cambiar o los van a cambiar”, a ese “cambio” los políticos tienen que
conducirse a buen ritmo de pasos o la sociedad va a barrer y trapear con
ellos”.
Y claro que todos los hondureños
queremos un cambio, anhelamos vivir en un país donde se respeten los derechos
de las personas, donde no haya corrupción, donde no hayan abusos y aunque el
camino es largo, presiento que llevamos un buen rumbo.
EL
DERECHO A PROTESTAR
Hay
ocasiones en que los sistemas no funcionan como se supone que deban y esto se
convierte en otro gran reto de vivir en sociedad. ¿Qué hago cuando no cuento
con los medios para sobrepasar mis barreras y, además, el sistema no funciona?
Pues no queda de otra: ¡Hay que protestar!
Miguel
Vega, 2014.
Todos los seres humanos tenemos derecho
a protestar, es más lo hacemos en el diario vivir. Desde que somo muy pequeños
protestamos.
Protesta un bebé cuando le dan biberón y
lo que quiere es pecho.
Si a un niño no le gusta lo que su madre
le preparó para comer, protesta.
Si a un empleado le imponen una tarea
extra, protesta.
Si un maestro pone un examen sin previo
aviso a sus alumnos, estos protestan.
Como vemos, si somos capaces de
protestar por situaciones un tanto triviales, por qué no lo haríamos en
circunstancias que realmente lo ameritan, como lo es un mal gobierno, un abuso
de autoridad, un caso de corrupción.
Por esto considero de suma importancia
el derecho que tienen “Los Indignados” a protestar por todos aquellos que no lo
hacemos.
La manifestación
pacífica es uno de los derechos que más pone en evidencia el grado de respeto y
responsabilidad de un Estado con los derechos humanos y la fortaleza de sus
instituciones democráticas para evitar y prevenir el uso abusivo o violento del
poder público en contra de los ciudadanos.
Puede definirse como
un ejercicio de acción cívica para expresar
de forma pública inconformidad o insatisfacción con problemáticas no
resueltas, de diversa índole. Esta acción cívica también puede
estar motivada por la indignación, la disidencia o la
resistencia ante políticas públicas o conductas de los poderes públicos
que afectan de manera significativa el ejercicio de derechos.
En sus maneras de
convocatoria y organización, la manifestación pacífica adopta múltiples formas
y puede ser llevada a cabo por personas, grupos de personas u organizaciones
con el propósito de llamar la atención pública sobre ciertos asuntos ciudadanos
y reclamar la urgente solución a los mismos. Están las protestas y
concentraciones realizadas en espacios públicos, las huelgas y paros
laborales (Principios de la OIT sobre el Derecho a Huelga) y las más
extremas como las huelgas de hambre (Declaración de Malta sobre Personas en Huelga de Hambre)
Casi siempre la
manifestación pacífica es un punto de llegada y no un punto de partida. Aparece
después que se han agotado otras vías de solución, durante un tiempo prolongado
que ha excedido los límites de espera, porque los problemas se agravaron o
porque hay daños inminentes a las personas.
Esta es la razón que
desató las masivas marchas de las antorchas a nivel nacional, el hecho de no
encontrar una respuesta concreta por parte del gobierno, ante la necesidad que
tenemos los hondureños de instalar una Comisión contra Impunidad, pues todos
queremos que se realicen auditorías en cada una de las organizaciones,
ministerios, entidades que conforman el gobierno, para tratar de sanear de una
vez por todas la estructura gubernamental y sentar un precedente para evitar
futuras corrupciones.
A todos nos interesa
vivir en un país donde se respeten los derechos de las personas, donde nuestros
impuestos se utilicen para beneficio de todos los hondureños y no sólo para
enriquecer a unos cuantos, queremos vivir en un país donde a los corruptos se
les castigue con cárcel, no premiándolos con un cargo importante dentro del
gobierno.
Queremos un país
donde quienes nos representen en política, lo hagan pensando en favorecer a las
mayorías, no en llenar de dinero sus cuentas bancarias.
Pero cuando vemos
tantos actos de corrupción y que nadie hace nada por evitarlo y que quienes
deberían protegernos de hacen de la vista gorda o son parte de ella, es allí
donde la sociedad se convierte en una masa iracunda que puede ocasionar el desplome
de cualquier gobierno.
Las protestas
pueden llegar a tornarse violentas cuando se han cerrado todos los caminos de
diálogo y la resolución de conflictos por vías institucionales; o también
cuando su ejercicio provoca medidas de represión o criminalización que atentan
contra la vida, la integridad o la libertad de las personas.
No es raro ver la
represión por parte de la policía cuando existe una marcha de protesta, que
muchas veces ha terminado en la muerte de los manifestantes o en la
desaparición de muchos de ellos (como lo sucedido en Ayotzinapa, Mexico con los
normalistas) o el caso, no comprobado aún pero un rumor entre la sociedad, de
los estudiantes muertos luego de realizar protestas por el cambio de horario en
los colegios Hondureños.
Estos actos, son
también los que provocan que a muchos nos atemoricen las protestas, pues no
sabemos como podrían terminar y desafortunadamente, no todas las personas
nacemos con vocación de mártir.
En las normas
internacionales de protección de derechos humanos, la manifestación es además
un derecho especialmente protegido porque representa una forma de expresión de
la voluntad popular dentro de todas las posibilidades de conducta que ofrece
una sociedad libre y democrática.
Su fundamento es que
la violación de los derechos humanos o del libre y democrático ejercicio de la
soberanía para manifestar ideas y opiniones expresadas en forma pública,
conlleva el legítimo derecho de las personas a reclamarlos y exigirlos
individual o colectivamente por medio de la manifestación pacífica.
Por lo tanto, los
Estados no pueden aplicar restricciones a este derecho que sean inadmisibles en
los Tratados Internacionales para justificar medidas dirigidas a suprimir la
oposición o incurrir en prácticas represivas contra su población.
En tanto son
expresión de la voluntad popular, las manifestaciones cumplen una importante
función democrática: permiten la defensa y la reivindicación de derechos,
incentivan el debate político sobre problemas de interés público y promueven
alternativas de cambio conforme a las aspiraciones democráticas.
Por
todo lo anterior y aunque yo no participe en las marchas, si considero de mucha importancia la participación de “Los
Indignados” dentro del desarrollo político y social de Honduras. Pues han
abierto una puerta para que los hondureños despertemos y podamos exigir
transparencia y respeto en el manejo de los recursos del estado.
A manera de epílogo,
colocaré en este ensayo un fragmento de un texto referente al derecho a la
manifestación pacífica
Como derecho
protegido, las garantías a la manifestación pacífica deben cumplir con los
siguientes estándares:
·
Todas las personas tienen derecho a la
manifestación pacífica (concentraciones, protestas, huelgas y paros, entre
otras), lo que significa expresar en público, de manera individual o colectiva,
y por medios no violentos, la insatisfacción, desacuerdo o indignación con
hechos o situaciones que les afecten directamente o perjudican el interés
público.
·
Los niños, niñas y adolescentes tienen
derecho a la manifestación pacífica, expresando pública y libremente su opinión
sobre asuntos relacionados con sus derechos, en condiciones acordes con su edad
y protegiendo su integridad y desarrollo.
·
Las manifestaciones pacíficas
constituyen una expresión del derecho a la libertad de reunión y, amparadas en
este derecho, no requieren de autorización previa. En todo caso debe aplicarse
un procedimiento de notificación, siempre que éste no restrinja de manera
indirecta el derecho a la reunión pacífica.
·
Los Estados no deben interferir en las
manifestaciones pacíficas y también deben proteger a los manifestantes en el
ejercicio de sus derechos, en particular cuando las personas que manifiestan
defienden puntos de vista impopulares o controvertidos o pertenecen a minorías
u otros grupos que están expuestos a un riesgo mayor de victimización, ataques
u otras formas de intolerancia.
·
Los Estados no pueden prohibir acciones
de manifestación pacífica, impedirlas, censurarlas o ejercer amenazas físicas o
psicológicas contra sus participantes.
·
Los manifestantes pueden
expresarse libremente, independientemente del contenido de sus discursos y
de su mayor o menor aceptación social y estatal.
·
No están protegidos por la libertad de
expresión: a) la propaganda de la guerra y la apología del odio nacional,
racial o religioso que inciten a la violencia o cualquier otra acción ilegal
similar contra cualquier persona o grupo de personas, por ningún motivo,
inclusive los de raza, color, religión, idioma u origen nacional; b) la
incitación directa y pública al genocidio; y c) la pornografía infantil.
·
Es una obligación del Estado no
interferir con el derecho a circular información, ideas y expresiones en una
manifestación pacífica. La libertad de dar y recibir información protege de
manera especialmente enérgica la expresión y difusión de informaciones en
materia política y, más ampliamente, sobre asuntos de interés público. Por lo
tanto, la protección de su libre difusión resulta especialmente relevante para
la formación de la opinión pública.
·
No se justifica la aplicación de
restricciones o la penalización de los manifestantes por mensajes en los que no
hubo propaganda de guerra, ni incitación inminente a la violencia.
Fuentes:
Fragmento de la conferencia dictada en el X Congreso Colombiano de
Sociología 2011, en compañía de Gloria Inés Montoya.
No hay comentarios:
Publicar un comentario