Hace un tiempo atrás,
vivíamos en una sociedad callada, o más bien, traumatizada, al ser testigos de
políticos corruptos, de estafas y robos de millones tras millones de lempiras.
Con total impunidad, sin temblarles el
corazón, actúan de manera brusca, sin importar los daños que causarían con tal
de recibir su beneficio propio a cambio. No obstante, este silencio fue
desapareciendo y poco a poco se fue escuchando esa voz de indignación en los
ciudadanos, inclusive en otras partes del mundo.
Queriendo transformar el
sistema de gobierno a uno más democrático y justo, nació este grupo en el que
cada vez más se enciende una luz de esperanza para los hondureños: los
“indignados”. Este grupo marcha tras las calles de Honduras y de otros países gritando
de manera unísona frases como “Fuera JOH” o “renuncia JOH”, haciendo alusión a
nuestro actual presidente de la república Juan Orlando Hernández.
Nos preguntamos que daría
inicio a tal movilización social que camina descargando su furia. Un hecho que
sin duda alguna representa indignación para este grupo, cuando el 20 de mayo
del presente año, el ex director de campaña del Partido Nacional, Oscar Álvarez,
admitiera en la cadena estadounidense CNN, que dicho partido político recibió
depósitos de cheques provenientes de empresas fantasmas en el cual defraudaron
al Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS), pero que dicha acción fue de
“buena fe”, escándalo de corrupción que ha desatado dichas manifestaciones a lo
largo de estos últimos par de meses.
Es más importante destacar
los efectos que han causado dichos actos de corrupción. Es triste saber que una
persona con escasos recursos tenga que escoger el medicamento más importante
porque no tiene la capacidad económica suficiente para comprar las tres que le
fueron recetadas, o inclusive, muchas veces no tienen ni para comprar una sola.
Somos pocos los que tenemos dicha oportunidad, y por esta causa muchas veces
caminamos con los ojos vendados y no vemos la realidad de los hondureños. La
mayoría de la población del país vive de la caridad de otras personas o sus
ingresos no son lo suficientes como para mantenerse o peor mantener a una
familia entera.
¿Que podríamos pensar si
vamos a una estación policial y no hay policías, si vamos a un centro comercial
sin tiendas, si vamos a una escuela y no hay docentes ni estudiantes? ¿Qué
pensarías si vas a un hospital y no hay medicamentos? ¿Es absurdo no? Esto es lo que ha sucedido tras el fraude
cometido hacia el Seguro Social, no hay fármacos que deberían de haber sin
agotar existencia alguna.
Mientras cientos de
pacientes mueren día a día por las faltas de medicinas, las administraciones
del IHSS, dejaban que estos medicamentos se vencieran con el objetivo de
beneficiarse económicamente, mediante licitaciones nuevas. La intervención
militar ordenada por las autoridades de Salud dieron los escalofriantes
resultados que se habían encontrado medicamentos vencidos valorados en un rango
de 50 a 60 millones de lempiras. Seria natural pensar que estas personas que
han cometido esta atrocidad están encerrados en la cárcel con una larga
condena, pero, señoras y señores, vivimos en Honduras, un país donde no se hace
justicia, que la voz de los necesitados no es escuchada, donde en vez de ser el
pueblo el beneficiado son los políticos corruptos que matan de una manera
indirecta a miles de hondureños. Constantemente escuchamos en los noticieros y
en otros medios de comunicación que políticos o empresarios fueron detenidos
porque se vieron sometidos en algún tipo de acto de corrupción, pero, ¿qué pasa
con ellos al final? La respuesta es, nada. No asumen cargos porque están siendo
protegidos por los mismos corruptos “dueños” de esta sociedad.
En cambio son los inocentes
que son enviados a la cárcel como tal es el caso del joven universitario Kevin
Solórzano, quien fue acusado de homicidio del ex fiscal Edwin Eguigure, sin
embargo, nada es evidente que fue el quien lo asesinó.
Honduras ha levantado su voz
diciendo: es suficiente. Los indignados merecemos ser parte del desarrollo de
nuestro país. No queremos ver morir a más personas por causa de políticos que
no tienen un corazón y lo único que les importa es el bienestar de ellos y de
sus familiares. Honduras se está cansando y no podemos permitir que la
corrupción siga creciendo.
Los manifestantes se han
unido sin importar en el partido político que apoyen. Es por eso que en las
marchas de las antorchas no se ven más que hondureños cargando con estas
antorchas, símbolo de un despertar y símbolo de esperanza. No vemos banderas
políticas, camisas políticas, o personas haciendo otro tipo de campaña,
simplemente vemos a hondureños cansados, queriendo combatir la corrupción y que
se haga justicia por aquellas personas que han fallecido por culpa del
egocentrismo de tantas personas corruptas.
Las marchas de las antorchas, con el objetivo
de decir NO a la corrupción, también exigen la renuncia del mandatario y de su
Gabinete de Gobierno. Estos indignados piden que cese la impunidad,
principalmente por el millonario desfalco del IHSS del cual hablábamos
anteriormente, y el cual se suman otros once escándalos de corruptela que están
siendo investigados y que implican la participación de los últimos tres
gobiernos.
El Presidente Juan Orlando
Hernández ha dicho que “no le tiembla ni le temblará la mano” porque el país
merece un cambio. Sin embargo, ha sido este quien también ha dejado mucho que
desear, ya que como todos sabemos, recibió dinero de fondos públicos para
financiar su campaña presidencial en 2013.
A lado de estas marchas,
activistas del partido nacional, han manifestado a favor del Presidente
Hernández, coreando consignas contra el ex presidente Manuel Zelaya Rosales, a
quien se le acusa de actos de corrupción durante su gobierno.
Foto por: Elizabeth Torres |
Sostengo firmemente que el
papel desarrollado por este grupo de indignados, es un papel muy fuerte el cual
requiere mucha atención. Ellos están representando la voz de la mayoría de
muchos de nosotros los hondureños, que tal vez por timidez, por miedo, porque
no nos importa, o por algún otro motivo, no asumimos nuestro derecho y
responsabilidad de hablar por nuestro propio bien. Es un acto de valentía el
que ellos están haciendo porque saben que podrían confrontarse con muchas
personas con diferentes ideales. Hasta ahora, las lluvias han sido lo único a
lo que se han enfrentado, y aun así, han
elevado esa antorcha lo más alto posible.
Fuentes:
No hay comentarios:
Publicar un comentario