La deficiente calidad de vida que se muestra en las fotografías
tomadas en la colonia Israel colindante a la Represa los Laureles demuestra las
necesidades de la población que no pueden satisfacer sus necesidades
elementales como la comida, agua potable, casa y salud, para mencionar lo más
elemental y simple. La mayoría de la población
ha emigrado de las áreas rurales a la capital en busca de un mejor porvenir para
sus familias, encontrándose que Tegucigalpa como el resto del País está
sumergida en el olvido de los políticos de turno que no velan más allá de sus
propios intereses.
Las condiciones de vida de la población en extrema pobreza,
con bajos ingresos y salarios estáticos, se han vuelto cada vez más difíciles y
la gente no puede acceder a la comida, que es una necesidad básica del ser
humano, pero la realidad en Honduras es que millones de personas se despiertan
cada día con la angustia y la impotencia de no saber si podrán alimentarse,
pues son prisioneros de un verdugo silencioso, la pobreza. Y mucho menos pensar en una educación de calidad
para sus hijos, los que a veces se ven obligados a unirse a maras y pandillas
lo que agudiza más la violencia en nuestro país. El problema de la pobreza en Tegucigalpa surge
de la descomposición social que impera en el país, en donde no todos tienen las mismas
oportunidades de superación.
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