Recientemente,
se abrió Newseum en Washington D. C.;
un museo dedicado al periodismo. Muchos dicen que representa
la cara más culta y civilizada de este país. El museo cuenta con muchas
secciones que han ejercitado la libertad de información y el derecho a la
crítica; una de las más emotivas está dedicada a los hombres y mujeres que,
ejerciendo su profesión, fueron condenados sin pruebas concretas o lucharon
siempre por defender su opinión. Una de las víctimas del movimiento anti-comunista
liderado por el ex-senador Joseph McCarthy en los años 50’s, durante la Guerra
Fría, fue Paul Robeson.
Paul Robeson
fue uno de los hombres de color más perseguidos en los Estados Unidos, ya que tenía
un pensamiento izquierdista y no tenía miedo de expresarlos. Su meta real era que
hubiera paz y amistad entre las naciones del mundo y que cada una de ellas
escogiera su propio destino. En una ocasión, el comentó: ¿Por qué los “negros”
apoyan a Estados Unidos en la guerra, si este país tolera el racismo violento? Dicha
frase es triste de leer pero tiene mucho sentido. Debido a la sensibilidad del gobierno
interino con personas que disentían de sus
políticas, Paul Robeson fue acusado de comunista por la HUEC (Un-American
Activities Commitee). El consideró este hecho algo indignante, pues más bien
era defensor de la paz y de los derechos de igualdad. Esta acusación casi
termina con su carrera como músico, escritor y catedrático (80 de sus conciertos fueron cancelados); además de que lucho 8 años por recuperar y asegurar su pasaporte que le fue confiscado ilegalmente. Por fortuna, nunca se
presentaron evidencias claras en su contra.Como muchos otros casos de personas acusadas durante el “Red Scare” (el terror causado intencionalmente en los americanos por el comunismo), vemos que las repercusiones futuras de dichas acusaciones afectaron de manera terrible la fuente de ingresos de algunas víctimas y no digamos las miradas de desconfianza que probablemente recibieron después de los escándalos que protagonizaron. En mi opinión, Joseph McCarthy pretendía solamente asustar a los verdaderos infiltrados, pues nunca tuvo pruebas convincentes, pero no pensó en cómo estás sentencias sin evidencias solidas afectarían a la personas que usaba para causar dicho terror.
Investigando más sobre la influencia de los comunistas
en la sociedad de color encontré que estos activistas ayudaban mucho a estas
comunidades con comida o bienes para conseguir más adeptos a su movimiento. A
partir de esto, muchos se convertían en suscriptores de periódicos o revistas Comunistas
por necesidad, pero luego eran acusados de infieles a la patria por el gobierno
americano, gobierno que pudo haber evitado esto si pusiera más empeño en cuidar
y ayudar a las personas de su país, que en culpar gente inocente por la paranoia de un hombre o
un pequeño grupo de hombres al enfrentar una guerra.
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